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Filtros HEPA: Historia, Tipos y Usos Industriales

  • Foto del escritor: Mauricio Barbosa
    Mauricio Barbosa
  • 18 ago
  • 16 Min. de lectura

Actualizado: 19 ago

Los filtros HEPA (High Efficiency Particulate Air) son filtros de aire de alta eficiencia capaces de atrapar

al menos 99.97% de las partículas de 0.3 micras de diámetro. Para poner esto en contexto: 0.3 µm(micrómetros) es aproximadamente la décima parte del tamaño de una bacteria típica, y mucho más pequeño que el ancho de un cabello humano. De hecho, esa medida de 0.3 µm se considera el “tamaño de partícula más penetrante” (MPPS, por sus siglas en inglés), ya que partículas más grandes o incluso más pequeñas quedan retenidas con eficiencia aún mayor. En otras palabras, un filtro HEPA no es como una simple malla donde solo importan los agujeros: funciona mediante un entramado denso de fibras que detiene partículas de diferentes tamaños usando varios mecanismos físicos.


¿Qué es un filtro HEPA y cómo funciona?


Un filtro HEPA es esencialmente una malla aleatoria de fibras diminutas (tradicionalmente de fibra de vidrio, aunque existen medios sintéticos modernos) dispuestas en un entramado muy denso. A diferencia de un colador común, donde las partículas más pequeñas que los orificios pasan de largo, en un filtro HEPA las partículas quedan atrapadas al chocar o adherirse a las fibras del filtro a medida que el aire pasa a través de él. Estos filtros no dejan pasar prácticamente nada de polvo, polen, esporas de moho, bacterias e incluso muchas partículas de virus adheridas a gotículas. Por eso también se les llama en español filtros absolutos, ya que ofrecen una filtración casi “absoluta” del aire.


¿Cómo logra un filtro HEPA atrapar partículas tan pequeñas? La clave está en los diferentes mecanismos de captura que ocurren simultáneamente dentro del laberinto de fibras: intercepción, impactación e difusión. En términos sencillos:


  • Intercepción: Partículas de tamaño mediano (ej. polvo fino, esporas) que fluyen con la corriente de aire tocan una fibra y se quedan adheridas a ella (como si el polvo “se enganchara” en los filamentos al rozarlos).

  • Impactación inercial: Las partículas más grandes y pesadas (ej. polen, algunas bacterias) no logran esquivar las fibras debido a su inercia; siguen en línea recta y chocan de frente contra las fibras, quedando atrapadas. Imagina insectos golpeando una red mosquitera: las partículas grandes colisionan con la “trama” del filtro y ahí se quedan.

  • Difusión: Las partículas ultrafinas (más pequeñas que ~0.1 µm, por ejemplo algunos virus o partículas de humo) se mueven de forma errática zigzagueando con el aire (por el efecto Browniano). Ese movimiento aleatorio aumenta la probabilidad de que eventualmente “topen” con una fibra y se peguen. Es curioso, pero las partículas muy pequeñas (más chicas que 0.3 µm) son filtradas más fácilmente que las de ~0.3 µm, ¡porque zigzaguean tanto que terminan atrapadas por difusión!


Estos tres mecanismos, junto con un efecto de tamizado (las partículas muy grandes simplemente no caben entre las fibras), permiten que un filtro HEPA elimine eficazmente casi todo tipo de partícula sólida del aire. Cabe destacar que los filtros HEPA son para partículas sólidas o líquidas en suspensión (polvo, aerosoles biológicos, etc.), no eliminan gases ni olores porque las moléculas gaseosas son mucho más pequeñas – para eso se suelen emplear filtros de carbón activado u otros métodos complementarios


Dato curioso:

Las partículas de 0.3 µm se consideran las más difíciles de atrapar porque son justo el punto medio donde ninguno de los tres mecanismos anteriores es dominante. Por encima de ese tamaño, la impactación e intercepción funcionan muy bien; por debajo, la difusión ayuda a capturarlas. Por eso la eficiencia HEPA se mide a 0.3 µm: es la prueba de fuego para asegurar el rendimiento “en el peor caso”. En resumen, un verdadero filtro HEPA debe retener al menos 99.97% de partículas de 0.3 µm, lo cual en la práctica significa que también atrapa porcentajes iguales o mayores de cualquier partícula más grande o más pequeña que ese valor. Gracias a esto, los filtros HEPA pueden eliminar del aire contaminantes microscópicos como bacterias (típicamente de 0.5–5 µm), esporas de moho (~10 µm), polen (~20 µm) e incluso muchos virus que, aunque individualmente midan ~0.1 µm, suelen viajar en gotículas respiratorias o agregados de mayor tamaño, siendo capturados eficazmente.


En la práctica, los filtros HEPA suelen tener forma de panel o cartucho plano pleado (acordeonado) para aumentar la superficie filtrante en un espacio compacto. Están montados en marcos rígidos (de metal o madera) y equipados con sellos (juntas de goma o gel) para que no haya fugas de aire por los bordes.


Cada filtro HEPA de calidad suele ser probado individualmente en fábrica – se le hace pasar un aerosol de prueba y se escanea en busca de fugas – para certificar que realmente cumple la eficiencia especificada. Si se detecta que alguna zona del filtro deja pasar más partículas de la cuenta (pinhole leaks), el filtro es rechazado. Por eso, cuando adquieres un HEPA auténtico, típicamente viene con un certificado o etiqueta indicando que pasó una prueba de integridad (por ejemplo, “99.99% de 0.3 µm, testeado de fábrica”).

En resumen, un filtro HEPA es un “colador” de aire ultra fino, diseñado con principios físicos inteligentes para purificar el aire de partículas peligrosas. Ahora bien, ¿de dónde surgió esta tecnología y cómo llegó a ser tan importante en tantas industrias? Veamos un poco de historia.


Breve historia de los filtros HEPA


La historia de los filtros HEPA es fascinante y se remonta a esfuerzos militares y científicos de mediados del siglo XX. Durante la Segunda Guerra Mundial, los aliados investigaban modos de proteger a tropas y personal de guerra química. Se descubrió que cierto papel fibroso en canisters de máscaras de gas alemanas era muy eficaz capturando humo químico. A partir de ese hallazgo, el Cuerpo de Química del ejército británico desarrolló en 1940-41 un filtro de aire de alta eficiencia hecho de papel de celulosa-asbesto plegado profundamente, usado en unos equipos llamados “collective protector” para cuarteles (básicamente sistemas de ventilación filtrada para refugios donde no era práctico usar máscara todo el tiempo). A aquel filtro primigenio lo llamaron “filtro absoluto”, por su gran eficacia, y es considerado el precursor de lo que luego sería el HEPA.


El siguiente gran salto ocurrió en el marco del Proyecto Manhattan en Estados Unidos. En 1942, al emprenderse el proyecto ultrasecreto para desarrollar la primera bomba atómica, surgió un problema: ¿cómo proteger a los 90,000 trabajadores de las plantas nucleares piloto de inhalar partículas radiactivas mortales? El ejército estadounidense retomó la idea del “filtro absoluto” británico y, con ayuda del científico Nobel Irving Langmuir, diseñó un filtro de altísima eficiencia para retener esas micropartículas peligrosas. Langmuir determinó matemáticamente que las partículas de ~0.3 micrones serían las más difíciles de filtrar, así que el nuevo filtro se optimizó para ese tamaño. Nació así el primer filtro HEPA en la década de 1940, aunque aún no se le llamaba “HEPA” (ese término se acuñaría años después). Inicialmente, estos filtros usaban un medio de fibras de vidrio y resinas, y se mantenían en secreto militar.


Un hecho curioso: los primeros filtros creados para el Proyecto Manhattan no podían detener la radiación gamma (la más penetrante), pues un filtro atrapa material particulado radiactivo pero no bloquea la radiación en sí. Aún así, resultaron excelentes atrapando agentes químicos de guerra como gases tóxicos de lanzallamas, cloro o gas mostaza. Tras la guerra, en los años 50 (1952 aprox.) el gobierno de EE. UU. desclasificó la tecnología y comenzó la comercialización de estos filtros de “alta eficiencia”. Es en esa época cuando se introduce el nombre HEPA como marca genérica que indicaba filtros de aire altamente eficientes. En español a veces se les denominó filtros EPA (EPA = Eficiencia Particular Alta) para las categorías iniciales, y HEPA para las más eficientes – hoy ambos términos se usan, reservando “ULPA” para eficiencias ultra altas.


Ya en los años 1960, con el auge de la industria nuclear civil y, sobre todo, el nacimiento de los “cuartos limpios” en la industria de semiconductores, los filtros HEPA encontraron nuevas aplicaciones masivas. AAF (American Air Filter), tuvo un rol histórico: fundada en 1921, AAF ya fabricaba filtros industriales y participó en el desarrollo de los primeros filtros HEPA durante el Proyecto Manhattan en los 40s. Es decir, AAF estuvo allí en el origen mismo de esta tecnología. AAF luego continuó innovando en filtros para entornos críticos.



¿De dónde viene el término “HEPA”? Oficialmente, High Efficiency Particulate Air filter fue definido por el Departamento de Energía de EE. UU. para referirse a filtros capaces de una eficiencia mínima de 99.97% a 0.3. En español podríamos traducirlo como “filtro de aire particulado de alta eficiencia”, pero en la práctica todo el mundo los llama “filtros HEPA” (o filtros absolutos en algunos ámbitos profesionales). A mediados del siglo XX este término se volvió genérico de tecnología, similar a cómo “láser” o “nylon” fueron acrónimos convertidos en nombres comunes.

Un dato curioso: no todo lo que se promociona como “HEPA” lo es realmente. Con el tiempo, el término se volvió atractivo para marketing y comenzó a verse en aspiradoras, aires acondicionados y purificadores domésticos. Muchos dicen “filtro tipo HEPA” o “HEPA-like”, pero si no alcanzan la eficiencia 99.97% certificada, no son HEPA genuinos. Por eso, al comprar, conviene buscar especificaciones claras. Un verdadero filtro HEPA viene con su clasificación (por ejemplo H13, H14 según norma EN 1822) y normalmente la garantía de haber sido testeado.


Resumiendo la historia: los filtros HEPA nacieron de necesidades críticas (nuclear, guerra química), se perfeccionaron y popularizaron con el boom tecnológico de la posguerra (nuclear, farmacéutica, semiconductores) y hoy están presentes desde en quirófanos hasta en el purificador de aire de tu sala. A continuación, conozcamos los tipos y clasificaciones de filtros HEPA que existen, antes de adentrarnos en sus usos en distintas industrias.

Tipos y clasificaciones de filtros HEPA


No todos los filtros “HEPA” son iguales. Existen diferentes grados de eficiencia y formatos de construcción para adaptarse a diversas necesidades. En normas europeas (EN 1822) e internacionales (ISO 29463) se definen varias clases: los filtros EPA (Efficiency Particulate Air) de grado inicial, los HEPA propiamente dichos y los ULPA (Ultra Low Penetration Air) de eficiencia ultra-alta. Por ejemplo, un filtro H13 debe capturar ≥99.95% de las partículas MPPS, mientras uno H14 alcanza ≥99.995%. Todavía más exigentes, los U15, U16, U17 (ULPA) retienen ≥99.9995% a ≥99.999995% (virtualmente el 100% de las partículas) – usados en entornos donde se requiere aire extremadamente puro, como salas limpias de fabricación de microchips de clase ISO 1–3. En la práctica, los filtros H14 (99.995%) son comunes en hospitales y laboratorios, mientras que industrias de semiconductores o farmacéuticas de alta exigencia pueden usar ULPA U15+ en áreas críticas.


Además de la eficiencia, los filtros HEPA se distinguen por su diseño físico:


  • Mini-pleat vs separadores: Los primeros HEPA tenían pliegues anchos separados por láminas de aluminio o papel (diseño deep-pleat tradicional). Hoy muchos son de tipo mini-pleat, donde el medio filtrante se pliega muy fino y se mantiene con líneas de pegamento en vez de separadores de aluminio. Esto permite tener filtros más delgados y ligeros, con más superficie filtrante en menos espacio. Por ejemplo, AAF ofrece filtros HEPA compactos mini-pleat de solo 50 mm de espesor que igual logran eficiencias H14. Los diseños mini-pleat reducen la caída de presión y facilitan instalaciones en techo (fan filter units) o equipos portátiles, mientras que los de separador metálico se usan en aplicaciones de alto caudal o condiciones duras (p.ej. algunos sistemas HVAC industriales) por su robustez.



Filtro AstroCel I y AstroCel II | Minipleat vs laminas de aluminio
Nuestro filtro AstroCel se diferencía por contar con ambas versiones. Minipleat y separadores.

  • Formato del marco: Los HEPA vienen en módulos cuadrados o rectangulares (típicamente 2’x2’ o 610x610 mm es un estándar). Algunos tienen marco de madera (MDF) económico - en ocasiones descontinuado por la generación de moho en ambientes húmedos - , otros de metal (galvanizado o aluminio) más durable y apto para humedad. También existen filtros cilíndricos o de otras formas para equipos especializados (por ejemplo, filtros HEPA en aspiradoras industriales o en cabinas de bioseguridad son redondos).


  • Tipo de sello: Un detalle crítico es cómo se sella el filtro al equipo para evitar fugas de aire sin filtrar. Hay dos estilos principales: de junta comprimible (goma o espuma en el perímetro, que se comprime al atornillar el filtro) o de sello de gel. En los de gel, el marco del filtro trae una ranura llena de gel sellante en la que asienta una cuchilla perimetral del ducto/housing; esto logra una estanqueidad prácticamente perfecta.

    Filtros HEPA con sello de gel son muy usados en industria farmacéutica y hospitales (donde no se admite ninguna fuga), principalmente en sus quirófanos y salas limpias. Los de junta son más comunes en sistemas de climatización generales y son más sencillos de instalar y reemplazar.


  • Medio filtrante: microfibra de vidrio vs membrana sintética: Tradicionalmente los HEPA utilizan un papel de microfibras de vidrio (borosilicato) ultrafino. Sin embargo, en años recientes han surgido medios sintéticos como membranas de PTFE expandido (Teflón) o nanofibras poliméricas. Estas membranas pueden ofrecer ventajas: son más resistentes al agua y a la rotura, y pueden dar menor caída de presión.

    • Por ejemplo, AAF desarrolló su medio patentado eFRM (membrana de fluororresina expandida) en su línea MEGAcel, el cual es menos frágil que la fibra de vidrio y alarga la vida útil del filtro. Un estudio en una biofarmacéutica mostró que filtros con membrana ePTFE de AAF resistieron pruebas de integridad al 100% sin fallos, mientras que filtros tradicionales de microfibra (de otra marca) tuvieron alrededor de 10% de fallas de fuga en las mismas condiciones. Además, el material sintético permitió que el filtro de AAF fuera más ligero (fácil de instalar por una sola persona) y con 30-36% menos caída de presión, ahorrando energía en el sistema HVAC.


  • Filtros HEPA de alta temperatura: Existen versiones especiales construidas con materiales que aguantan temperaturas elevadas (hasta 250-350°C). Usan separadores y marcos de metal especial, adhesivos cerámicos en lugar de epoxis orgánicos, etc. Se emplean en hornos estériles, salidas de aire de contención nuclear, o procesos industriales calientes. No son comunes salvo en aplicaciones muy específicas, pero vale mencionarlos como parte de la familia HEPA.




Hablando de flujos y energía, conviene señalar algo: la caída de presión (resistencia al flujo de aire) en un HEPA es mayor que en filtros más ordinarios (MERV bajos) debido a su fineza. Sin embargo, los fabricantes líderes han innovado para reducir esta resistencia, porque menor caída de presión significa menor consumo eléctrico en los ventiladores. AAF afirma que sus filtros con membrana eFRM ofrecen la más baja resistencia y por ende menor costo total de operación en ambientes de alto requerimiento. En la práctica, un buen filtro HEPA moderno puede durar años en servicio antes de saturarse, especialmente si lleva prefiltros adecuados delante. Muchos duran 1–3 años en HVAC hospitalario o 5+ años en salas limpias con buen prefiltrado, antes de alcanzar su presión diferencial final.



Costo de los filtros HEPA: Como era de esperarse, la alta tecnología tiene su precio. Un filtro HEPA típico de 24x24x12 pulgadas (610×610×292 mm) puede costar aproximadamente de $9,500–$12,000 MXN por unidad.




Usos de los filtros HEPA en diferentes industrias


Los filtros HEPA se han convertido en una tecnología clave para mantener la pureza del aire en multitud de entornos. A continuación, revisamos las principales industrias y aplicaciones donde se usan, con ejemplos concretos de cómo ayudan y por qué son indispensables:


  • Salud y Hospitales: En hospitales, clínicas y laboratorios médicos, los filtros HEPA protegen tanto a pacientes como a personal de agentes infecciosos en el aire. Por ejemplo, en un quirófano moderno el aire suele pasar por filtros HEPA colocados en el techo (difusores de flujo laminar) para lograr un ambiente prácticamente estéril durante una cirugía. Esto reduce drásticamente el riesgo de infecciones postoperatorias al impedir que bacterias u hongos del aire caigan en la herida quirúrgica. También se usan en salas de aislamiento (como habitaciones para pacientes con tuberculosis, COVID-19 u otras enfermedades contagiosas por vía aérea): el aire extraído pasa por HEPA antes de ser expulsado, atrapando los patógenos y evitando que el virus o bacteria se propague fuera de la habitación. Un ejemplo ilustrativo ocurrió durante la pandemia de 2020, cuando muchos hospitales instalaron unidades portátiles con HEPA para “aspirar” aire de áreas COVID y filtrarlo, protegiendo al resto del hospital. Asimismo, cabinas de seguridad biológica (donde se manejan muestras infecciosas en laboratorio) usan filtros HEPA para el aire de salida, garantizando que nada peligroso escape. En resumen, en el sector salud los HEPA son sinónimo de aire seguro y limpio, previniendo infecciones nosocomiales y exposición a gérmenes.


  • Industria Farmacéutica y Biotecnología: La manufactura de medicamentos, vacunas y dispositivos médicos requiere ambientes ultra limpios, especialmente en la producción de inyectables, vacunas o medicamentos biológicos que deben ser estériles. Las plantas farmacéuticas cuentan con cuartos limpios (salas blancas) con clasificación de pureza (ISO 8 a ISO 5 normalmente, e ISO 5 o mejor en áreas críticas). Para lograr esto, el aire de ventilación pasa por etapas de filtración acabando en filtros HEPA terminales (incluso ULPA en áreas grado A/B). Por ejemplo, en la zona donde se llenan viales de vacunas (zona estéril grado A), el aire ingresa a través de módulos de flujo laminar con filtros HEPA que inundan el área con aire ultralimpio, manteniendo la concentración de partículas viables e inviables bajo los límites. Cualquier partícula podría suponer contaminación de un lote de producto, así que estos filtros resguardan la calidad del medicamento y la seguridad del paciente. Existen anécdotas de cómo la falla de un filtro o su mal sellado ha llevado a contaminar lotes enteros, con pérdidas millonarias – por eso en farma no se escatima: se instalan filtros redundantes, con sello de gel, y se prueban periódicamente (pruebas de integridad con aerosol DOP/PAO) para asegurar 0% fugas. También en laboratorios de I+D y producción biotecnológica (p.ej. cultivos celulares, fabricación de anticuerpos monoclonales) los HEPA protegen tanto los productos de la contaminación como al personal de agentes biológicos peligrosos (un laboratorio de nivel de bioseguridad 3 o 4 tendrá sistemas HVAC con filtración HEPA en el aire de extracción para contener patógenos).


  • Industria Microelectrónica y Salas Limpias de Alta Tecnología: La fabricación de semiconductores (chips), dispositivos electrónicos, paneles solares, e incluso productos ópticos (láseres, lentes) se lleva a cabo en cleanrooms de altísima limpieza. Se suele decir que para hacer un microchip, el aire debe ser más puro que en un quirófano. ¡Y es cierto! Por ejemplo, en la producción de circuitos integrados de última generación se trabaja en ambientes ISO clase 5 a 1, lo que significa que puede haber menos de 1 partícula de 0.5 µm por pie cúbico de aire. ¿Cómo se logra esto? Con bancos masivos de filtros HEPA y ULPA en los techos y equipos de ventilación. Una sala limpia típica de semiconductores tiene casi todo el techo cubierto de Fan Filter Units (FFU): módulos individuales que contienen un ventilador y un filtro HEPA/ULPA (a menudo U15+ de eficiencia ~99.9995%). Estas unidades introducen aire laminarmente, y el aire sale por rejillas en el piso, creando un barrido constante de partículas. Un único polvo microscópico puede arruinar un wafer de silicio completo, echando a perder decenas de chips, así que la inversión en filtración paga con creces. Un dato curioso: sin los filtros HEPA, la revolución de la electrónica no habría sido posible – no podríamos tener smartphones o computadoras funcionando, ya que no se podrían fabricar chips con millones de transistores sin un aire ultrapuro. Así de crítico es este invento. Además de semiconductores, industrias como aeroespacial (ej. montaje de satélites, que requieren salas limpias para no contaminar instrumentos ópticos o sensibles) y fabricación de discos duros, LEDs, fibras ópticas, etc., también dependen de HEPA/ULPA. Un ejemplo entretenido: la NASA monta sus sondas espaciales en salas limpias con filtración absoluta para evitar enviar microbios terrestres al espacio (protección planetaria). Cuando ves fotos de ingenieros en trajes de “bunny suit” trabajando sobre un rover marciano, encima de ellos hay filtros HEPA asegurando un ambiente inmaculado.


  • Industria Alimentaria y de Bebidas: Ciertos procesos alimentarios utilizan filtración HEPA para asegurar la calidad microbiológica. Por ejemplo, en producción de leche en polvo para bebés o fórmulas, se usan salas limpias con aire filtrado absolutemente para que el producto no se contamine al envasarse. O en la fabricación de cerveza y bebidas puede haber áreas de llenado aséptico donde flujos de aire limpio protegen contra esporas de moho. También plantas de procesamiento de carnes y lácteos empezaron a usar filtración de alta eficiencia para reducir carga bacteriana en el ambiente y prolongar vida útil del producto. Si bien el sector alimentos no siempre llega a H14, en productos muy sensibles (p. ej. queso madura en salas con filtración fina) se aplican estos principios. Un caso interesante: tras algunas contaminaciones de alimentos envasados, compañías invirtieron en sistemas HVAC con filtros HEPA para las áreas de empaque, eliminando partículas y gotículas que podrían portar patógenos. Esto ha contribuido a reducir incidencias de bacterias como Listeria o Salmonella en alimentos listos para consumo.


  • Aplicaciones Industriales y Automotrices: En la industria automotriz, un uso clásico de filtros HEPA es en las cabinas de pintura. Cuando se pinta la carrocería de un auto, se realiza en cabinas con aire filtrado para evitar que motitas de polvo se adhieran a la pintura húmeda. Normalmente se emplean múltiples etapas de filtración, culminando en filtros muy eficientes (a veces H13) en los plénums de suministro de aire de la cabina, logrando un ambiente casi libre de polvo. Así la pintura queda tersa, sin “ojos de pescado” ni defectos causados por partículas. También plantas de fábricas farmacéuticas o químicas usan HEPA en sistemas de HVAC industrial para proteger productos o evitar emisiones peligrosas (por ejemplo, una planta de fabricación de polvos antibiótico puede tener filtros absolutos en las salidas de aire para que esporas microbianas no salgan al exterior). En energía nuclear, las centrales nucleares y laboratorios radiológicos usan filtros HEPA especiales (grado nuclear) en sus sistemas de ventilación de contención, para capturar partículas radiactivas en caso de liberación. Estos filtros nucleares suelen ser muy robustos, con medio de vidrio de borosilicato con aditivos que aguantan humedad y están certificados bajo códigos ASME específicos. Otro ejemplo: laboratorios de investigación química con sustancias tóxicas utilizan filtros HEPA en scrubbers o sistemas de aire para retener partículas tóxicas (aunque para gases tóxicos se requieren además absorbentes químicos). Incluso en algunas minas o equipos pesados se instalan cabinas filtradas con HEPA para proteger a operarios de polvos peligrosos (por ejemplo, minas de asbestos, o en la respuesta a la emergencia del 9/11 se equiparon máquinas con filtros HEPA para filtrar el aire lleno de polvo). Como vemos, la industria en general recurre a los HEPA siempre que se necesite un aire súper limpio o contener contaminantes críticos.


  • Uso Doméstico y Comercial (Purificadores de aire, etc.): Por último, los HEPA han llegado a entornos cotidianos. Muchos purificadores de aire domésticos de buena calidad utilizan filtros HEPA verdaderos para eliminar alérgenos (polvo, ácaros, caspa de mascotas, pólenes) y ayudar a personas con asma o alergias. Por ejemplo, hay purificadores portátiles con HEPA H13/H14 que en una sala de casa limpian el aire de manera similar a un pequeño “cuarto limpio” personal. También las aspiradoras de alta gama incorporan filtros HEPA en la salida de aire para no redistribuir el polvo aspirado; esto fue un gran avance para quienes sufren alergias, ya que una aspiradora normal puede soltar partículas finas por el escape, pero una con HEPA deja salir aire más puro del que tomó. En oficinas, sobre todo tras la pandemia, ha habido interés en mejorar la filtración del aire acondicionado: muchos sistemas centrales aceptan filtros MERV altos, pero en áreas críticas o guarderías, algunos han añadido módulos HEPA independientes para mayor protección contra aerosoles de virus. Un caso notable es el de los aviones comerciales: prácticamente todas las aerolíneas modernas equipan a sus aviones con filtros HEPA en el sistema de recirculación del aire de cabina. El aire en un avión se renueva cada 2-3 minutos pasando por HEPA, removiendo >99.97% de partículas (incluyendo gotas respiratorias), lo cual ayuda a reducir contagios a bordo. Esto se hizo famoso durante el COVID-19, ya que las aerolíneas destacaban sus filtros HEPA como medida de seguridad. Es interesante pensar que la próxima vez que vueles, estarás respirando aire filtrado por la misma tecnología desarrollada para el Proyecto Manhattan, ¡pero a 10 km de altura!


Como vemos, los filtros HEPA están en todas partes donde la calidad del aire es crítica: desde salvar vidas en un hospital hasta permitir la fabricación de nuestro teléfono celular, o simplemente mejorar el confort de alguien alérgico en su hogar. Son verdaderos héroes silenciosos de la tecnología moderna.




AAF International (American Air Filter, AAF Flanders): Es uno de los fabricantes líderes mundiales en filtración de aire, con una trayectoria de más de 100 años (fundada en 1921).


¿En qué destaca AAF? 


Primero, en su herencia histórica e innovadora: AAF estuvo involucrada en el desarrollo del primer HEPA durante el Proyecto Manhattan, y esa tradición continua de innovación la llevó a crear soluciones modernas como la serie MEGAcel con medio filtrante de membrana eFRM (ePTFE) en sus HEPA de grado farmacéutico.


Estos filtros ofrecen mayor robustez, menor peso y menor caída de presión comparados con los tradicionales de fibra de vidrios. De hecho, en pruebas de campo demostraron 0% de fallas de integridad donde otros tuvieron fugas, lo que realza la confiabilidad de la tecnología de AAF.


La empresa hace énfasis en calidad y garantía: cada filtro HEPA AAF se prueba individualmente y viene certificado. Además, AAF (ahora parte del grupo Daikin) ofrece un portafolio amplísimo: filtros HEPA/EPA de varios tipos (AstroCel, MEGAcel, etc.), filtros ULPA, filtros absolutos de alta temperatura, incluso soluciones de contención (housing bag-in bag-out) y sistemas completos. Su presencia global le permite atender industrias diversas – de farmacéutica, hospitalaria, alimentos, hasta microelectrónica y cabinas de pintura– y adaptarse a estándares internacionales.



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